Las rutinas no solo organizan los horarios; también ofrecen a los niños un entorno predecible que les da calma. Cuando estas actividades cotidianas se viven con afecto y propósito, se convierten en momentos de conexión profunda.
Según la UNICEF, establecer rutinas es una de las formas más efectivas de transmitir seguridad y confianza en la primera infancia.
Beneficios de las rutinas en la primera infancia
- Brindan seguridad y confianza.
- Favorecen el desarrollo emocional.
- Ayudan a establecer hábitos saludables.
- Refuerzan el vínculo afectivo entre padres e hijos.
La Organización Mundial de la Salud destaca que los niños que crecen en entornos estables y afectivos logran un mejor desarrollo social y cognitivo.
Ideas prácticas para crear rutinas con propósito en casa
1. Conexión emocional al comenzar y terminar el día
Un beso, un abrazo, una canción o una frase especial por la mañana o antes de dormir da a los niños la seguridad que necesitan. Estos pequeños rituales fortalecen el apego y se convierten en recuerdos valiosos.
2. Incluir a los niños en las actividades cotidianas
Aunque sean pequeños, pueden participar en tareas como guardar juguetes, preparar una merienda sencilla o elegir la ropa del día. Esto los hace sentir capaces y parte importante de la familia.
La Academia Americana de Pediatría recomienda involucrar a los niños en tareas cotidianas de acuerdo con su edad, ya que refuerza la autoestima y fomenta la autonomía.
3. Dar sentido a cada momento
No se trata de imponer horarios estrictos, sino de aprovechar cada situación para enseñar con amor. Lavarse los dientes puede ser un juego, la hora del baño un momento de canciones y la comida una oportunidad para hablar de emociones.
4. Repetición con cariño
A los niños les encanta repetir actividades. Las rutinas predecibles, hechas con paciencia y calidez, fomentan la autonomía, el lenguaje y la regulación emocional. La repetición no aburre: brinda seguridad.
5. Flexibilidad con contención
Mantener un orden es importante, pero también lo es adaptarse. Habrá días distintos, pero lo esencial es que los niños siempre sientan la presencia amorosa y constante de los adultos que los cuidan.
El valor de lo simple en la vida familiar
Lo más importante en esta etapa no son las actividades extraordinarias, sino los momentos simples vividos con presencia. Leer un cuento antes de dormir, salir a pasear de la mano o escuchar cómo fue su día impacta de manera profunda en su desarrollo emocional y social.
Las rutinas con sentido no solo facilitan la vida diaria, también enseñan a los niños que la familia es un lugar donde se les quiere, se les cuida y se les escucha. Y cuando ese mensaje se repite cada día, los pequeños crecen sintiéndose seguros, valorados y profundamente amados.
La organización Save the Children subraya que la atención afectiva y la repetición de experiencias positivas en el hogar fortalecen el desarrollo integral de los niños.
