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5 claves para entender cómo las enfermedades fortalecen el sistema inmunológico infantil

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Durante los primeros años de vida, los niños están en constante descubrimiento del mundo que los rodea. En ese proceso también se enfrentan con frecuencia a enfermedades causadas por virus, bacterias y otros microorganismos, como resfriados, gripes, infecciones de oído o malestares estomacales.

Aunque como padres puede ser preocupante ver a nuestros hijos enfermos, es importante saber que esta exposición no solo es natural, sino que también cumple una función vital en el desarrollo de su sistema inmunológico.

¿Por qué las enfermedades son importantes para el sistema inmunológico?

El sistema inmunológico es la defensa natural del cuerpo contra las enfermedades. Al nacer, los bebés cuentan con algunas defensas heredadas de la madre, especialmente si fueron amamantados. Sin embargo, este sistema está en formación y necesita activarse, entrenarse y fortalecerse a través del contacto con diversos agentes externos.

Cada vez que un niño se expone a una enfermedad, su cuerpo aprende a reconocer ese "invasor" y a desarrollar herramientas específicas para combatirlo. Es decir, genera anticuerpos y memoria inmunológica, lo que permitirá responder mejor en futuras exposiciones.

Enfermedades frecuentes en la etapa preescolar

El entorno escolar es un espacio donde los niños comparten materiales, juguetes y tienen contacto constante. Esto aumenta la probabilidad de contagios, sobre todo en edades tempranas cuando aún están aprendiendo hábitos de higiene como lavarse las manos correctamente o cubrirse al estornudar.

Los estudios indican que los niños que asisten a guarderías o preescolares suelen presentar más infecciones respiratorias o gastrointestinales, pero tienden a tener menos enfermedades similares en la etapa escolar, gracias a la inmunidad que han desarrollado.

¿Qué pueden hacer los padres ante las enfermedades?

Aunque no podemos ni debemos evitar por completo que los niños se enfrenten a enfermedades, hay formas saludables de acompañar este proceso:

  • Mantener buenos hábitos de higiene: Enseñarles a lavarse las manos antes de comer, después de ir al baño y al llegar a casa, así como a cubrirse al toser o estornudar. 
  • Alimentación equilibrada: Una dieta rica en frutas, verduras, proteínas y suficiente agua ayuda a fortalecer su sistema inmunológico. 
  • Descanso adecuado: Dormir bien permite al cuerpo recuperarse y estar mejor preparado para defenderse. 
  • No automedicar: Permitir que el pediatra sea quien indique el tratamiento adecuado. Muchas infecciones virales no requieren antibióticos. 
  • Vacunación al día: Las vacunas preparan al sistema inmunológico para defenderse de enfermedades graves. 

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Enfermarse no significa debilidad 

A veces, como adultos, sentimos que un niño que se enferma con frecuencia está "débil". Sin embargo, enfermarse forma parte del proceso de fortalecimiento. A través de estas experiencias, el cuerpo aprende, se adapta y se vuelve más eficiente en su respuesta inmunológica. 

Lo importante es distinguir entre enfermedades comunes y signos de alerta que sí requieren atención médica inmediata, como fiebre muy alta prolongada, dificultad para respirar, deshidratación o decaimiento extremo. 

Confiar en el proceso natural de inmunidad

Criar niños saludables no significa evitar toda enfermedad, sino apoyar su desarrollo natural. Confiar en que su cuerpo está aprendiendo a defenderse, al igual que aprende a caminar, hablar o socializar, es fundamental para acompañar su crecimiento de manera equilibrada. Las enfermedades comunes forman parte de ese proceso y no deben verse como un fracaso en los cuidados, sino como oportunidades que su sistema inmunológico necesita para fortalecerse.

Desde APDE Connections, trabajamos en conjunto con las familias para reforzar hábitos de higiene, fomentar una alimentación saludable y mantener una comunicación constante ante cualquier signo de malestar. Además de estar atentos al bienestar físico, también entendemos la importancia de la contención emocional, ya que un niño que se siente seguro y acompañado también se recupera mejor.